viernes, 9 de noviembre de 2012

Lo que la verdad esconde

El siglo XX estuvo protagonizado por las fuerzas del trabajo en sentido lato. Por un lado, en el inicio del siglo tuvo lugar la Revolución soviética, el nacimiento de los Partidos Comunistas, la gestión pública por parte de estos partidos y la caída en tromba y cascada de los sistemas del "socialismo real". Por otro lado, la corriente mayoritaria entre la izquierda política occidental estuvo monopolizada por la socialdemocracia que desde la gestión pública asentó un sistema de derechos universal desde dentro del capitalismo y que se vino en llamar "Estado del bienestar". Esta experiencia se dió, principalmente, en el centro y norte de Europa (siendo Suecia su principal inspirador) que se convirtió en un referente político-ideológico para los ciudadanos de los países del "telón de acero": Derechos sociales para los trabajadores, democracia multipartidista y libertades públicas.
Al final del siglo XX fuimos testigos del derrumbamiento de los sistemas políticos de partido único y de economía planificada del que podemos extraer algunas consecuencias de cara al futuro: 1ª- El socialismo real fue incapaz de crear ese "hombre nuevo" comprometido con el devenir de su sociedad;  2ª- fracaso como modelo económico de gestión de los intereses de sus ciudadanos y 3ª- Desarrolló las ansias de libertad de sus ciudadanos a pesar del aparato represor.
Se ha ejemplarizado, valga el término, este derrumbe con la caída del muro de Berlín. Los cascotes dejados en dicho derrumbe aún están teniendo sus consecuencias.
La caída del muro cambió la relación de fuerzas que hasta ese momento dominaban el mundo: el capitalismo y el socialismo. Hubo un ganador claro y rotundo de esa batalla política e ideológica: el capitalismo. 
El siglo XXI se ha iniciado con el protagonismo unilateral y exclusivo de los neo-con, sector ultraconservador, que dominan la política y la economía mundial o casi. Han creado guerras sin respaldo de la ONU, han dirigido el FMI como brazo ejecutor de sus políticas, han fomentado el terrorismo de matiz religioso,...
En Europa la izquierda radical o transformadora  siguen teniendo un escaso porcentaje electoral que ronda el 10% del electorado excepto en Grecia que han superado tanto este porcentaje que casi logran ganar las elecciones.
El gran problema lo tiene la socialdemocracia que, viendo el caso griego, tiene dos opciones: 1ª Seguir identificándose con el sistema capitalista, como hasta ahora, e intentar tirar de él hacia opciones más sociales y 2ª Defensa del idel socialdemócrata y de enfrentamiento al sistema dibujado por los sectores más conservadores del capitalismo actual.
Sectores conservadores del capitalismo que han provocado la crisis económica que padecemos con la creación de productos financieros con un alto valor especulativo, la utilización de las deudas de los países como instrumento de presión política, la especulación financiera como mayor logro social.
Nos han hecho creer que la culpa de la situación de crisis se debe a los funcionarios, a los derechos sociales, a la sanidad y educación pública, a la inversión pública,..., en resumen todo lo que tenga el adjetivo de público. Porque lo público tiene un mercado potencial del que no quiere ser ajeno el negocio privado. Es más, el propio FMI no tiene ningún rubor en decirles a los dirigentes políticos electos qué deben y cuándo deben hacer reformas económicas en sus países olvidándose dónde reside la soberanía de los Estados o en el peor de los casos obviándolo
Hoy en el diario digital Público, un diputado de la izquierda transformadora, firma un artículo sobre la crisis de la socialdemocracia bajo el título de Réquiem por la socialdemocracia. En él vaticina, más o menos, el entierro de esta ideología. Creo que es una visión torpe que en la guerra contra los recortes de derechos sigan las izquierdas españolas tirándose los trastos a la cabeza, pegándose codazos para ver quién de los dos llega antes a la meta en la que no habrá nadie para recibirlos.
El Réquiem, si realmente lo hay, es para las izquierdas en general. El reto al que tienen que enfrentarse es aprender de sus errores que los han tenido ambas, de los aciertos y sobre todo vislumbrar un futuro en el que nada será como lo hemos vivido y conocido en el siglo pasado.
La defensa de los sistemas públicos de salud y educación, de derechos sociales, de reparto de la riqueza, de defensa de la pluralidad política y social, de la multiculturalidad, de la laicidad, de la defensa de los que menos defensa tienen, de convencer a los jóvenes que sí tienen futuro y que depende de su compromiso social en buena medida.
En resumen,  lo que la verdad, de la crisis, esconde es un traspaso de rentas sociales a rentas de capital: 23000 millones de € a un Banco privado caracterizado por la especulación en detrimento de la Sanidad, Educación, Cultura y derechos sociales.






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